"Por mi parte, os perdono todo, y deseo rezar devotamente a Dios para que os perdone también"- Catalina de Aragón

Desde que oí hablar de él en el instituto no me lo he podido quitar de la cabeza. No como una especie de admiración, sino guiada por la curiosidad. No todos los personajes de mi blog iban a ser ejemplos a seguir o respetables, también tenía que escribir sobre un sanguinario: Enrique VIII.
Enrique Tudor nació en Greenwich en 1491. Sus padres eran Enrique VII, fundador de la dinastía Tudor, e Isabel de York. Era el segundo en la línea de sucesión, ya que tenía un hermano mayor, Arturo.
En 1501 Arturo se casó con Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos, con el fin de forjar una alianza anglo-española contra Francia. Pero trágicamente este matrimonio duró muy poco. Un año después del evento, Arturo murió de una infección, por lo que Enrique se convirtió en el heredero al trono.

Enrique VII, interesado aún en sellar una alianza matrimonial entre Inglaterra y España, ofreció a Enrique VIII en matrimonio a la hija de los monarcas españoles. Para llevar a cabo este nuevo compromiso, hizo falta que Catalina declarase que su anterior matrimonio no fue consumado, pero, para asegurase las espaldas, ambos reinos solicitaron una bula papal que les fue otorgada.
En 1509, tras la muerte del rey, Enrique VIII ascendió al trono y se casó con Catalina de Aragón, convirtiéndose ambos en los reyes de Inglaterra. Aunque Catalina quedó embarazada siete veces, solo uno de sus descendientes sobrevivió, María I de Inglaterra. El que su esposa no pudiera darle hijos varones que heredaran el trono comenzó a desquiciar a Enrique. Con una amante secreta en la que tenía esperanzas de que le diese un heredero, movió cielo y tierra para anular su matrimonio con la española. No le fue fácil, pero, finalmente, decidió darle la espalada a la Iglesia católica y casarse con su amante, Ana Bolena, en 1533. Tras esta ruptura con la iglesia, decidió auto proclamarse jefe supremo de la nueva Iglesia de Inglaterra. Catalina fue muy querida por el pueblo inglés y murió a los cincuenta años por un cáncer después de toda una vida luchando por su destino.

Pocos meses después del casamiento, Ana Bolena dio a luz a Isabel I de Inglaterra, quién se convirtió en la nueva heredera al trono quitándole el puesto a María. Pero la felicidad de la nueva reina no iba a durar mucho. En 1536 Ana empezó a perder el cariño de Enrique por el mismo motivo que lo perdió Catalina, por no poder darle un hijo varón.
Enrique ya tenía una amante nueva, Jane Seymour. Esta vez no podía utilizar las mismas argucias que utilizó con Catalina, pero se le ocurrió algo mucho peor. Animado por uno de sus consejeros, acusó falsamente a Ana de usar brujería para convertirlo en su esposo, de tener relaciones adúlteras con cinco hombres, de incesto con su hermano, Jorge Bolena, y de injuriar al rey y conspirar para asesinarlo. Fue así como Ana y Jorge fueron decapitados en la Torre de Londres.
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